miércoles, 2 de mayo de 2012

OFERTA DE TRABAJO


A  U  D  I  C  I  Ó N

Se buscan actores VARONES para el proyecto: “ANTUCO”

Martes 8 de Mayo a las 18.30 horas en el Departamento de Teatro de la Universidad de Chile, Morandé 750.


La actividad consiste en:

1.   Trainingdonde se medirá resistencia física.
2.   Ejercicio N° 1: Monólogo de Salazar 5 a 10 min. Se adjuntará el texto a interesados vía mail.
3. Ejercicio N° 2: Ejercicio con o sin música acerca del proceso de Congelamiento del cuerpo humano. Modalidad libre.
REQUISITOS:
ACTORES CON INTERÉS EN EL TRABAJO CORPORAL

Contacto: 

Marjorie Avalos
Bailarina y coreógrafa, Universidad de Chile
Egresada, Magíster © en Dirección Teatral de la misma institución
90864873

P  R  O  Y  E  C  T  O       T  E  A  T  R  A  L      A  N  T  U  C  O

DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO

PUESTA EN ESCENA  ANTECEDENTES.
La obra se basa en los hechos reales de "ANTUCO", en el 2005, donde murieron 44 reclutas que sólo tenían un mes y medio de preparación Militar de Alta Montaña, Regimiento N° 17 Los Ángeles.
Junto a los jóvenes, falleció el único uniformado con rango, encargado de la alimentación, Cabo Monares quien cayó abatido en la nieve en el intento de rescatar al 5° conscripto que estaba perdido en la tormenta blanca. Ya había salvado a 4 soldados anteriormente.
Por los hechos, sólo hubo un inculpado, Mayor Cereceda encarcelado en Punta Peuco 5
años y 1 día, a quien se le otorgó la rebaja de pena cumpliendo sólo 3 años y 7 meses. La puesta en escena nace del encuentro hoy en el 2012 de dos de esos reclutas. Ambos terminaron el Servicio Militar, pero uno de ellos continuó haciendo carrera y el otro desapareció. El primero sobrevivió a la tragedia en el Refugio “Los Barros”, mientras que el segundo, vivenció la experiencia desde la enfermería del Regimiento, ya que justo el día anterior se fracturó la pierna y tuvo que ser bajado de emergencia. Debido a las malas condiciones climáticas la comunicación por radio eran escasas.                                          

Éste es el Proyecto Creativo de Tesis, ya que soy egresada del Máster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile. La parte teórica que lo acompaña, se basa en dos iconos importantes de la Danza: Coreútica y Eukinética, cuyo objetivo es hacer una aplicación  a la Dirección Teatral. Paso a definir los conceptos a continuación:

Primero: hacer el traslado de los elementos fundamentales de la Coreútica, que estudia el movimiento en el espacio. En este sentido es el movimiento intervenido por las leyes que regulan el espacio. El objetivo principal, es usar este material en la construcción de una
poética del espacio de manera eficiente y clara.
Segundo: hacer el traslado de algunos elementos fundamentales de la Eukinética, que estudia las dinámicas y cualidades del movimiento aplicado al un espacio determinado. El objetivo que persigue, es utilizar este material en la construcción kinética de cada personaje, también de una manera eficiente, pero por sobretodo, abordando
los matices diferenciadores de cada uno de ellos. Para lograr esta primera etapa, es necesario que los actores seleccionados para el montaje, pasen por la experiencia práctica de estas dos materias a través de un seminario especializado en el tema. Es de asistencia obligatoria, ya que son materias que no aborda la disciplina del Teatro en su formación profesional. Los horarios para esta primera fase son:
LUNES y VIERNES  18.00 a 21.00 horas
MIÉRCOLES             09.00 a 13.00 horas
SÁBADOS                10.00 a 14.00 horas

DURACIÓN DE LA ACTIVIDAD 12 SESIONES.
TÉRMINO DE ESTA ETAPA VIERNES 11 DE MAYO
LUGAR:   Portales 2843, esquina Libertad, Metro ULA y Quinta Normal.
Escuela Danza Teatro, Universidad Bolivariana.
Teléfono Secretaria: 577 65 95      celular directora: 9 086 48 73

Para la segunda fase del proceso de ensayos, los horarios son los siguientes:
LUNES        16.00 a 19.00 horas
JUEVES      16.00 a 19.00 horas
SÁBADOS   10.00 a 14.00 horas
DURACIÓN DE ESTA ACTIVIDAD 3 meses
INICIO DE ESTA ETAPA SÁBADO 12 DE MAYO
TÉRMINO DE ESTA ETAPA 11 AGOSTO
PRE-ESTRENO Y PASADA VIERNES 17 AGOSTO

FUNCIONES EXAMEN FINES AGOSTO-SEPTIEMBRE SALA AGUSTÍN SIRÉ.
DEPARTAMENTO DE TEATRO UNIVERSIDAD DE CHILE.
TEMPORADA ESPACIO MATTA (fechas por confirmar)
Se ofrece:
Seminario Coreútica y Eukinética
Book digital para cada actor seleccionado y que participe en todo el
proceso del montaje
Training integral en cada sesión
Catering (té, café, sandwisch, yogurt, fruta)
Tanto el vestuario, el sonido como la escenografía y aporte
audiovisual corren por parte de la directora. Además, se cuenta con el
apoyo de una productora quien se encargará de conseguir salas para
futuras presentaciones.

Solicitar texto a trabajar a: marjoie.avalos@gmail.com
Los espero!!!!!!!!!!!!!

 
Monólogo de Salazar:
Si lo hubiese sabido…
Si yo hubiese… si lo hubiese sabido tal vez nunca me hubiera perdido.
Ta vez nunca me hubiese molestado, enojado o enrabiado
Lo que pasa conmigo es que me perdí, yo también quedé perdido en medio del frío, del miedo, del desconsuelo, de la escarcha, de la nieve del viento… del viento blanco que congela más adentro de los huesos.
Lo que pasa conmigo es que me he muerto y me muero todos los días, nunca vivo siempre muero. Lo que pasa conmigo es que no me tengo. Es que la nieve me sale por los ojos. Nunca se ve nada, nunca se entiende nada. Los mandaron a la nada, la nada. Es como que en vez de sangre saliera escarcha. Me quede solo. Me quedé quieto, inerte,  seco, frío, sin sentir ni mis brazos, ni mis piernas, ni mis ojos, ni las orejas, ni las manos, ni los pies, ni los labios, ni la cara… ni la nariz, para qué hablar de la nariz si no huelo a nada, no existo,  sólo me huelo a mí muerto asqueado del eco diario de la radio que sólo calla, que cala mi cabeza vaciada por el viento, adolorida por el chirrido del transmisor. Lo que pasa conmigo es que me muero y me he muerto mil veces en aquel día. Lo que pasa conmigo es que me muero y no termino nunca de morir. Todos los días despierto y hago exactamente lo mismo. Un susurro, una corriente, una brisa, un soplido, el más mínimo de los movimientos me hace morir en la escucha eterna del viento blanco que me envuelve como una piel alba, cándida casi hermosa que me deja sin grito, que me desespera y que no se va. A veces, sólo muero una o dos veces. Esos son días perores, malos, porque entre una muerte y otra queda la espera, como un reloj imparable contando los segundo hasta que llegue la otra muerte. Y en medio la nada me congela, la mente se queda en blanco pegada en la escarcha... lo primero que se me congela son los oídos. El ruido es terrible. Lo único que se oye es la cristalización del timbre, el volumen, la dirección el espacio. Ya no hay más vibraciones sonoras que se perciban desde otros lugares. Se cierra todo, se encierra. El cartílago externo no es nada, no duele. Son los pelos internos que agudizan las vibraciones del hielo que se cristaliza e invade el cuerpo. Sigue avanzando por el conducto interno hasta que llega al tímpano. Primero envuelve la membrana y la ataca toda por dentro. Una vez cubierta avanza por el martillo, aquel huesito ínfimo que conecta las vibraciones sonoras que llegan del exterior. Pero ya no se escucha nada, sólo el ruido del hielo que ingresa a la cabeza. Estás sólo con el hielo y a medida que va subiendo por el resto de la membrana el sonido se agranda y abre la cabeza, la parte, la raja, la destroza. Ya no hay nada que hacer, está adentro, invadiendo los pensamientos, los movimientos. Cuando piensas que todo ha terminado y piensas que ya no hay dolor posible que pudiera sobrecogerte, empiezas a creer que viene la calma y que podrás descansar. ¡Mentira! Falsedad absoluta. Recién empieza la muerte a caer sobre los sentidos. Lo peor, es cuando te toca el nervio auditivo, es un millón de veces más  infame que una neuralgia de un dolor de muela. Si ya no oyes nada más que el viento blanco, tampoco es que vez nada. La respiración se aquieta y la visión se nubla. Todo se ve igual. Nada se distingue en el viento blanco que recubre la montaña. Lo primero son las pestañas. Se caen y se desintegran. Luego es el párpado, que ya no cierra. Es como si me obligara a mirar, a ver la nada, lo blanco, lo intensamente blanco. Las pupilas se dilatan y el ojo ya no es ojo. La cabeza partida en dos, en cuatro, en cien… es ahí cuando deja penetrar un gélido suspiro que no solo endurece el cerebro y lo constriñe hasta deshacerlo lentamente, sino que además, se estanca en la apretada garganta abriéndola pero sin dejar escapar un grito desesperado de dolor y de ayuda. Invade los brazos, se vuelven menos móviles y más tensos. Las articulaciones del codo y del hombro duelen, mientras que los dedos de las manos cada uno pesa 10 kilos, no, 100 kilos no una tonelada, y el brazo pesa cada vez más hasta que se quedan quietos e inmóviles para siempre.  Después de un rato, el hielo camina directo por las vísceras, recorre el estómago, las tripas escarchando cada uno de los órganos  dejándolo sin movimiento. La sensación es “si me muevo se rompen”, y entonces es peor, el dolor es más intenso, más rápido y no termina nunca. De  inmediato pasa a las caderas que son las que permiten que mis piernas trasladen a mi cuerpo hacia adelante; que avance. Si mis caderas están congeladas, mis piernas no me obedecen, no las gobierno, entonces sé que sólo me queda esperar... esperar lo poco que queda de mi cuerpo consiente. El dolor se impone sobre  el femoral apretándolo, lo estruja hasta que la sangre se vuelva blanca. Lo primero que controla son  las rodillas. Es insufrible el dolor a las rodillas, ya todo está perdido, la angustia termina de hacer el resto. El congelamiento parte desde atrás, hasta que la rótula se separa del fémur sin sangre, sin vida. Y los dedos, qué sufrimiento son los dedos. El pie por completo se recoge, los dedos se arrugan, se inflan que parece que van a estallar, y cuando eso está a punto de pasar se seca todo y desaparece la sensación de vida. Sin embargo, lo último que queda es el corazón. Siempre es al final. Empieza el ahogo. El ritmo respiratorio baja… baja demasiado. Nunca se, ni acaso me doy cuenta cuando será la última vez que ingresará aire y llenará mis pulmones, simplemente ocurre. Finalmente ahí me quedo, atrapado en un cuerpo congelado. Un cuerpo que ya no quiero que sea más mi cuerpo y que no puedo escapar de él.
Yo no tengo tiempo, me quedé sin tiempo, me quedé en la espera congelada, encerrado, estático, crudo, frígido, sin sentir, sin sentir la vida, el sabor del pan que llevo a mi boca por la mañana… me quedé sin reconocer el día de la noche, si estoy soñando o estoy muerto. Me quedé sin conocer, sin saber nada más. Me quedé ahí parado o sentado, me quedé incomodado, apretado, tieso, sin poder camina o grita. A veces lloro… pero no soy yo quien llora, es el mocoso de 18 años que no resistió el frío, que no era tan fuerte como los demás. Llora el niño hombre, que no quería salir del campo de la mamá, que prefería mil veces continuar sacando papas del suelo frío de la tierra antes de hacerse hombre con entrenamiento duro y militar. A mí no me preguntaron, a mí me obligaron a hacer el servicio militar.  Yo no era tan fuerte como los demás.  Lloro por el pavor de tan solo mirar la montaña helada y empezar a sentir que la muerte me llega de nuevo. Soy yo pero no me reconozco. Duele pero no me duele. Lloro pero ya no me quedan lágrimas. Grito en el infinito, con un grito hacia dentro en un cuerpo, mi cuerpo que ya no quiero más y que está roto. Grito de dolor, de pena y de espanto. Espanto porque nunca fui tan resistente como los demás.
Si lo hubiese sabido.
Si me lo hubiese imaginado habría marchado con todos los demás. Si hubiera sabidos que cada día muero una, dos, mil veces en este infierno blanco que me parte el cráneo, habría marchado con todos los demás.

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